Gatito

Holaa todos y bienvenidos a un nuevo blog, en este traigo la historia de la que hablaba en el anterior por si alguien quiere leerla por aquí.

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Había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo vió pero nunca lo había olvidado, siempre estuvo en su corazón y en su mente, fue el mejor amigo que tuvo jamás y cuando se tuvieron que separar fue el momento más duro de su vida, pero según su madre era muy mayor para tener amigos imaginarios, pues ella jamás se había creído que Sully fuera real y en cierto modo lo entendía, los adultos no creían en la magia, en los mundos extraordinarios donde habitan las hadas, los unicornios, las sirenas... 
Siempre le decían que eso «son cosas de niños» y que no existían, pero ella sabía que su amigo era real, por eso nunca se rindió ni olvidó y decidió que tenía que encontrarlo fuera como fuese.
Probó con todo tipo de hechizos y encantamientos que encontraba en sus libros, pero ninguno daba buenos resultados y en el caso de los que sí lo hacían eran con uno fallido, pero ella, lejos de desanimarse, aprendía de sus errores y seguía intentándolo e intentándolo....
Pasó el tiempo y la edad se hacía visible en su rostro, en sus manos, en toda ella, menos en su pelo que, a pesar de la edad, éste lucía como el primer día. Al igual que ella, su forma de vida también había cambiado: dejó la bulliciosa y estresante vida de la ciudad por una cómoda cabaña en un bosque de Escocia, lugar en el cual podía hacer magia sin que nadie la juzgara y eso le gustaba. Además, un poblado cercano la había acogido amablemente, desde el momento en que se fue, se convirtió en una especie de chamana de éste, cosa que tampoco le disgustaba, era agradable ayudarlos así que lo hacía encantada y así transcurrían los días de su tranquila vida.
Una mañana de primavera, Boo se encontraba recogiendo unas setas necesarias para el medicamento de un hombre del pueblo enfermo de gastroenteritis cuando empezó a tener la sensación de que algo estaba cambiando, no sabía el qué pero lo sentía, cada vez más fuerte, por eso se dirigió corriendo a su cabaña y al entrar confirmó sus sospechas: cerca de su chimenea, tenía una estantería de figuras de madera, una de ellas era de su amigo que intentaba encontrar, y según se acercaba, notaba que desprendía una luz inusual, extrañamente no le daba malas sensaciones, sino que le transmitía calidez y tranquilidad, pero cuando la agarró volvió a ser una figura más como otra cualquiera de su colección, decepcionada la fue a dejar en su sitio, descubrió un fino pelo azul, al principio pensó que podría ser de cualquier pájaro que pudo entrar en su casa cuando habría la ventana para que entrara aire fresco y se descondensara un poco el ambiente, pero hacía tres días que no la habría, y de todas formas, las limpiaba regularmente y que así no tuvieran mucho polvo, era imposible que fuese de ningún ave...
En ese momento supo de quién podía ser...pero era imposible, ¡¿cómo había llegado hasta allí?!, fuese como fuese, si él lo había conseguido ella también podría: se dirigió a la esquina contraria de la cabaña y destapó, por primera vez en años, la puerta de madera rosa con flores, la que durante años había formado parte de su armario, acercó la mano con la que sujetaba el pelo a su corazón, cerró los ojos y pronunció las palabras que nunca surtían el efecto deseado:


“MAGIA BLANCA QUE ME HA ELEGIDO PARA SER SU PORTADORA, MUNDOS MÁGICOS  QUE CONVIVEN EN EL UNIVERSO, CRIATURAS CÉLEBRES DE BUEN ALMA Y CORAZÓN, AYUDADME A ENCONTRARLO, SÉ QUE PODÉIS HACERLO, ES MI MÁS ANSIADO DESEO QUE AUNQUE NO ENTIENDE LA RAZÓN, AUNQUE SEA POR ÚLTIMA VEZ, NECESITO VERLO, DECIRLE QUE SIEMPRE ESTUVO CONMIGO Y QUE NUNCA LO OLVIDÉ”


Boo volvió a abrir los ojos, y la puerta comenzó lentamente a abrirse, enseñándole un espacio conocido para ella: su vieja habitación, la misma que cuando era una niña, parecía que volvía atrás en el tiempo y tenía otra vez cuatro años...
Dió un paso hacia delante algo vacilante, no quería que aquello acabase, pero avanzaba y no lo hacía, hasta que entró del todo en el cuarto y lo escuchó:
“¿Boo?”
La anciana se giró en dirección a la voz ronca que acaba de decir su nombre y su rostro se llenó de lágrimas, ahí estaba, exactamente como lo recordaba, parecía que el tiempo no había pasado por él, aunque ella sabía que sí lo hizo, pero mucho más lentamente que en los humanos, y sin embargo no lo aparentaba.
Antes de fundirse en un emotivo abrazo dónde las palabras no hacían falta, ella dijo una sola:

“Gatito...”

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Resultado de imagen de kitty boo
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